¿La mente ha sido descubierta, inventada o construida? (Thomas H. Leahey)

00-PORTADA PSICOLOG

En 1953, el filólogo alemán Bruno Snell publicó The Discovery of the Mind: The Greek Origins of European Thought [El descubrimiento de la mente: Los orígenes griegos del pensamiento europeo], y en el prefacio ejemplificó las dificultades de definir la mente como objeto. A pesar de la atrevida tesis anunciada en su título. Snell no estaba completamente seguro de que los griegos hubieran descubierto realmente algo que ya existía. Aunque afirmó que “el auge del pensamiento entre los griegos [después de Homero] era nada menos que una revolución… Descubrieron la mente humana”, puntualizó su afirmación escribiendo que el descubrimiento griego “no se puede comparar con el descubrimiento, por ejemplo, de un nuevo continente” (Snell, 1953, p. v). Snell luchaba con las posibilidades que se han perfilado desde entonces ampliamente en la metateoría psicológica. En concreto rechazó la posibilidad (con la que ahora están de acuerdo algunos científicos cognitivos, por ejemplo, Dahlbon, 1993; véase el Capítulo 12) que la mente pudiera ser un artefacto. La mente, escribió Snell, “no fue inventada como un hombre inventaría una herramienta… para dominar un cierto tipo de problema. Como norma, las invenciones están determinadas de manera arbitraria: están adaptadas al propósito del que han surgido. En el descubrimiento del intelecto no hubo ni objetivos ni propósitos” (p. viii). Snell percibió también la concepción de la mente apoyada en los constructivistas actuales, aunque no la articuló completamente. Escribió: “A pesar de que digamos que los griegos descubrieron el intelecto, afirmamos también que el descubrimiento, afirmamos también que el descubrimiento fue necesario para que el intelecto existiera” (p. viii), insinuando que la mente fue construida socialmente por los filósofos griegos, los poetas y los dramaturgos durante la época clásica.

Fragmento extraído del libro Historia de la Psicología de Thomas H. Leahey.

Nota: En relación con este tema, e intentando enriquecer las ideas que expone Leahey, propongo la lectura de la entrada Sobre el Problema Cerebro Mente. La Mente como una Propiedad Emergente de Iván Lerma.

La tesitura existencial (Manuel Villegas)

 

No existe probablemente una forma de aproximación al ser humano más profunda e íntima que la que permite la psicoterapia. Otras disciplinas lo contemplan desde perspectivas más o menso externas y objetivas: la paleontología, la antropología, la historia, la sociología. Abordan al sujeto humano desde la óptica ontológica, evolutiva, cultural, en su comportamiento colectivo pasado o actual; pero ninguna de ellas lo describe desde la intimidad subjetiva de su ser. La psicoterapia reúne esa doble condición: conlleva una penetración en lo más hondo del alma humana (sentimientos, emociones, motivaciones, pensamientos y hasta sueños), a la vez que establece las bases para el conocimiento de su naturaleza más compleja.

El terapeuta hace suyo el lema que Cremes utilizaba en su respuesta a Menedemo en el Heautontimoroumenos de Terencio: Homo sum: nihil humanum a me alienum puto (soy humano y no hay nada humano que considere ajeno a mí) cuando éste le preguntaba por qué se interesaba por lo que les sucedía a los demás si no era de su incumbencia. No podemos decir que Cremes, el personaje de la comedia de Terencio, ejerciera en su época de psicoterapeuta, pero sí podemos afirmar que su aserción describe exactamente la actitud del psicoterapeuta en su doble dimensión de interés óntico y ontológico por el ser humano: el conocimiento de lo universal a través de lo particular (del ser humano a través del individuo) y del amor a lo particular a partir de lo universal (puedo interesarme por un violador o un maltratador lo mismo que por su víctima, porque puedo comprenderlos y aceptarlos como seres humanos.

 

Extraído del prólogo al libro Introducción a las psicoterapias experienciales y constructivistas.