Es absurdo que viva angustiada
y que los recuerdos me acosen.
No visito a menudo la memoria,
pero ella siempre viene a asombrarme.
Si con una linterna bajo al sótano
me parece oír cómo retumba
un terremoto en la estrecha escalera.
La interna se apaga, no puedo volver,
y sé´que voy directa al enemigo.
Pido clemencia… pero allí
en todo lo oscuro y quieto. Ya se acabo mi fiesta.
Hace treinta años que las damas despidieron
a aquel pillo que se murió de viejo…
Lástima, he llegado tarde.
Se me ha prohibido aparecer en parte alguna.
Pero toco las capas de pintura de la pared
y junto a la chimenea me caliento. Qué maravilla.
A través del moho, del aire enrarecido y el hedor
brillan dos verdes esmeraldas.
Maúlla el gato. Vamos a casa.
Pero dónde están mi casa y mi razón.
18 de enero de 1940.